El Banco Central puso en circulación este lunes el billete de $2000 que se convertirá en el papel de mayor denominación del peso argentino. A pesar de ser nuevo, no está exento de falsificaciones y hay algunas cuestiones vinculadas al diseño que las personas deben tener en cuenta para no terminar con un ejemplar trucho en sus billeteras.

Lo primero a tener en cuenta es que el BCRA anticipó que su distribución iba a ser progresiva, a través de la red de sucursales bancarias a todo el país, por lo que es de esperarse que los nuevos $2000 se tomen su tiempo hasta llegar a los bolsillos de las personas.

El billete llega en un momento donde la inercia inflacionaria de los últimos meses hará que su valor de cambio esté más acotado que cuando se anunció su lanzamiento, debido al deterioro del poder adquisitivo de la moneda dada la suba de precios.

Diseñado en colaboración con la Casa de Moneda Argentina y a tres años del brote de la pandemia del Covid 19, los $2000 rinden un homenaje a la salud pública nacional con las imágenes la doctora Cecilia Grierson y el doctor Ramón Carrillo en el anverso y del Instituto Malbrán en el reverso.

"Mientras avanza el proceso de digitalización de los pagos, este billete de mayor denominación permitirá mejorar el funcionamiento de los cajeros automáticos y al mismo tiempo optimizar el traslado del efectivo", afirmó el BCRA al anunciar la puesta en vigencia del billete y aclaró que "será válido para su uso en todas las transacciones comerciales en todo el país".

Billete de 2000 medidas de seguridad: cómo detectar los falsos

El diseño del nuevo billete tiene en cuenta algunas particularidades que las personas deben conocer para evitar que alguien "les encaje un billete trucho", además de que se distinguen fácilmente de las otras por presentar tonos de gris oscuro y rosado.

El billete cuenta con microimpresiones, imagen latente, motivo de complementación frente-dorso y tintas magnéticas, infrarrojas y luminiscentes.

Por otra parte, cuenta con un nuevo código de identificación con relieve perceptible al tacto para las personas ciegas.

Las medidas de seguridad a las que hay que prestarle atención son:

  • Marca de agua: en el sector en blanco, al observar el billete a trasluz se perciben los retratos del doctor Ramón Carrillo y la doctora Cecilia Grierson
  • Tinta de variabilidad óptica: cambia de color de verde al azul, presenta un efecto dinámico tridimensional al inclinar el billete
  • Imagen latente: las iniciales "RA" puede apreciarse cuando se observa el billete con luz rasante
  • Identificación para personas con ceguera: en los bordes verticales, se percibe al tacto el relieve del lineado de las barras paralelas
  • Motivo de complementación frente-dorso: a trasluz se completa el motivo y aparece el valor 2000

Quiénes están en el billete de 2000 argentina

El diseño del billete rinde un homenaje a la ciencia y la medicina. Para este fin, fueron elegidos los médicos Cecilia Grierson y Ramón Carrillo. Esta elección busca reconocer el importante aporte y legado que ambos profesionales dejaron en el ámbito de la medicina en Argentina.

Por otro lado, en el reverso del billete aparece el Instituto Nacional de Microbiología Dr. Carlos G. Malbrán. Esta institución desempeñó un papel fundamental en la investigación y el estudio de enfermedades infecciosas, especialmente relevante durante la pandemia del Covid.

Grierson fue la primera médica de la Argentina, graduada en 1889, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Ejerció como obstetra y kinesióloga, pero no logró trabajar nunca como cirujana por su condición de mujer, a pesar de tener el título habilitante.

Desde joven se dedicó también a la docencia, tarea que nunca abandonó y llegó a crear la Primera Escuela de Enfermería de América Latina con un plan de estudios formal, además fue miembro fundadora de la Asociación Médica Argentina.

Por su parte, Ramón Carrillo fue neurocirujano, neurólogo, médico sanitarista y el primer ministro de Salud de la Nación. Egresó con Medalla de Honor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Fue profesor titular de la Cátedra de Neurocirugía y abandonó su brillante carrera de neurólogo para dedicarse al desarrollo de la medicina social.

Durante su gestión como ministro de Salud Pública, que duró ocho años entre 1946 y 1954, se creó una cantidad importante de hospitales públicos y se realizaron campañas masivas de vacunación, imponiéndose la obligatoriedad del uso del certificado de vacunación para las escuelas. Erradicó en 2 años enfermedades endémicas como el paludismo.