Durante la celebración de pascua el papa Francisco hizo llegar un mensaje a los movimientos sociales argentinos con realce especial a la emergencia por el Covid-19. Las palabras de su santidad no solo versan en cuanto a la fe y solidaridad sino que tal cual lo destacaron desde la Unión de Trabadores de la Economía Popular (UTEP) “trazan la esencia por la diginidad”.

Respecto al escrito que recibieron los piqueteros, un prestigioso medio repasó cada punto junto a unos de los referentes de esa unión popular, Gildo Onorato, quien no ocultó su emoción por el respaldo papal en momentos tan críticos y comentó: “Francisco en su carta, así como el Presidente Alberto Fernández en su último mensaje, reconocen la lucha, el esfuerzo y la organización de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular. Una vez más, en la primera línea de contención, a pesar de todas las dificultades diarias para acceder a la comida, a los elementos de higiene y a un hábitat digno, los movimientos populares en cada barrio del país estamos haciendo frente a esta pandemia, sin dejar la pelea diaria por los derechos de todas las compañeras y compañeros que integran la UTEP”.

De puño, letra y convicción

“Con frecuencia recuerdo nuestros encuentros: dos en el Vaticano y uno en Santa Cruz de la Sierra y les confieso que esta ‘memoria' me hace bien, me acerca a ustedes, me hace repensar en tantos diálogos y en tantas ilusiones que nacieron y crecieron allí y muchos de ellas se hicieron realidad”, les escribió Francisco a los piqueteros.

En cita puntual a los tiempos de la pandemia, el ex cardenal Bergoglio tuvo una definición que la UTEP remarcó como un mensaje vital. “En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el Covid es una guerra, ustedes son un ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras”.

Explica en su escrito el Papa que se trata de un ejército sin más armas que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad, porque nadie se salva solo. “Ustedes son para mí, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos. Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico”.

Francisco también remarcó que los movimientos sociales no pocas veces mastican bronca e impotencia al ver las desigualdades que persisten incluso “en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios” y acotó que sin embargo esos núcleos sociales protegen a los descocupados “no se encierran en la queja: se arremangan y siguen trabajando por sus familias, barrios y el bien común. Esta actitud de ustedes me ayuda, cuestiona y enseña mucho”.

Pienso en las personas, sobre todo mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando con dos cebollas y un paquete de arroz un delicioso guiso para cientos de niños, pienso en los enfermos, pienso en los ancianos. Nunca aparecen en los grandes medios”, enfatizó.

En concepción de los trabajadores de todo el mundo, la reflexión papal también incluyó a los campesinos y agricultores familiares que siguen labrando para producir alimentos sanos sin destruir la naturaleza, sin acapararlos ni especular con la necesidad del pueblo. “Quiero que sepan que nuestro Padre Celestial los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción”. La reseña también incluye a quienes viven en vivienda precarias o carecen de un techo, los migrantes, las personas privadas de libertad y aquellos que realizan un proceso de sanación por adicciones. "Ustedes están ahí, poniendo el cuerpo junto a ellos, para hacer las cosas menos difíciles, menos dolorosas. Los felicito y agradezco de corazón. Espero que los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad. Ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir. Sé que ustedes han sido excluidos de los beneficios de la globalización".

"No gozan de esos placeres superficiales que anestesian tantas conciencias. A pesar de ello, siempre tienen que sufrir sus perjuicios. Los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente. Muchos de ustedes viven el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los proteja. Los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado. Ustedes, trabajadores informales, independientes o de la economía popular, no tienen un salario estable para resistir este momento ... y las cuarentenas se les hacen insoportables”.

Liberales, abstenerse

La economía “con alma” que planteó Francisco antes del estallido global del Covid-19, se remarcó también en el escrito a los desocupados. “Tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos. También quisiera invitarlos a pensar en el después: porque esta tormenta va a terminar y sus graves consecuencias ya se sienten. Ustedes no son improvisados, tienen la cultura, la metodología y la sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio”.

"Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas 'tres T' que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo. Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse. Ustedes son constructores indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible. Ustedes saben de crisis y privaciones... que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades. Sigan con su lucha y cuídense como hermanos. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los bendiga, los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles esa fuerza que nos mantiene en pie y no defrauda: la esperanza. Por favor, recen por mí que también lo necesito”, concluyó Francisco.

Aquí el texto completo: