“La pasamos mal. Perdimos mucho. No solo estar en la calle luchando. Perdimos familia, salud”. El balance de Milagro Sala en Jujuy es desolador. Con decenas de compañeros militantes injustamente procesados, donde hubo hostigamiento, persecución, torturas y una vida condicionada por lo que, aseguran, es un sinfín de causas inventadas para condicionar la protesta social. En el medio, además, sufrió la muerte de Sergio, su hijo menor; y su esposo, Raúl Noro.

“Y nos siguen armando causas. Hablábamos de laboratorio en Jujuy y parecía que nadie nos entendía cuando decíamos que el lawfare estaba intacto acá, te quieren disciplinar”, expresó Sala.

“No estoy nada bien de salud. Me perjudicaron muchísimo. Y no sé si por los medicamentos o qué, pero tengo una alergia nerviosa. Se me hincha toda la cara. No puedo dar con el medicamento”, relató.

Sin embargo, aseguró, en este contexto, y cuando se cumplen 3000 días presa, no tiene en sus planes dejar de dar pelea: “Le estoy poniendo muchas ganas, porque tengo en claro lo que quiero y no voy a bajar los brazos. Raúl y mi hijo me acompañan a pesar de que no los tengo en vida”.