Varias ciudades francesas han vivido manifestaciones espontáneas y disturbios provocados por grupos de opositores a la reforma de las jubilaciones, después de que el rechazo de las mociones de censura contra el Gobierno diera por aprobada esa medida.

En París, en varios puntos de la ciudad se han registrado incendios callejeros de pequeña importancia, aprovechando las montañas de basura que se acumulan en las calles tras varios días de huelga del personal de recogida.

La policía ha intervenido en muchos de esos puntos, pero los manifestantes, en su mayoría en pequeños grupos, se movieron por toda la ciudad dificultando su intervención.

Poco después del rechazo de las mociones de censura, decenas de personas se concentraron en una turística plaza parisiense, junto al mausoleo de Napoleón, donde acudieron también diputados de La Francia Insumisa, uno de los partidos de izquierda que se opone a la reforma de las jubilaciones.

La policía desalojó la explanada y posteriormente comenzaron a producirse pequeñas concentraciones en las que se quemaron papeleras y la basura acumulada.

Según el diario Le Monde, 70 personas han sido arrestadas en la capital.

Se trata de la cuarta noche consecutiva con disturbios en ciudades del país, después de que el pasado jueves el Ejecutivo decidiera la aprobación sin voto parlamentario de la reforma de las jubilaciones.

Incidentes similares tuvieron lugar en ciudades aledañas a París, pero también en otras metrópolis del país, como Renes, Lille, Nancy o Estrasburgo.

Tras el rechazo de las mociones, una de ellas por tan solo nueve votos, el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon y los principales dirigentes sindicales apelaron a una movilización callejera contra la reforma, que ha sido el detonante de la crisis política que vive Francia.

El presidente, Emmanuel Macron, por su parte, mantendrá hoy consultas con los principales líderes parlamentarios de los partidos que lo apoyan, con la jefa del Ejecutivo, Élisabeth Borne, y con los presidentes de las dos cámaras legislativas para buscar una salida a la situación.

La reforma, que prevé el retraso de la edad mínima de jubilación en dos años, hasta los 64, es la principal medida del mandato de Macron, reelegido en abril pasado, pero cuenta con el rechazo de todos los sindicatos y de buena parte del arco parlamentario.

El presidente, que no cuenta con mayoría absoluta en la cámara baja, optó por aprobar la reforma sin voto en el parlamento, lo que habilitó a la oposición para presentar dos mociones de censura. Tras el rechazo de ambas, la reforma se considera aprobada.

Pero la oposición anunció que presentará recursos ante el Consejo Constitucional, lo que paraliza la promulgación de la reforma, así como una iniciativa para someter esa medida a un referéndum, lo que exige presentar 4,5 millones de firmas en nueve meses.

La propia Borne aseguró que llevará su texto ante el Constitucional para acelerar su revisión y que entre en vigor lo antes posible.

Chalecos amarillos

Mientras, las mismas imágenes resurgen: manifestantes quemando retratos de Macron. El presidente francés cristaliza de nuevo el odio popular con su adopción por decreto de la reforma de las pensiones, cuatro años después de la protesta social de los chalecos amarillos.

Una suba del impuesto al combustible provocó a finales de 2018 el estallido de este movimiento de protesta, caracterizado por el bloqueo de carreteras y rotondas, y por manifestaciones masivas los sábados, marcadas por la violencia. Y su espectro vuelve a planear, después que impusiera el retraso de la edad de jubilación .

“¡Macron podemos volver a empezar! ¡Decapitamos a Luis XVI, a Luis XVI!”, gritó un grupo de jóvenes en una estación de metro cuando acuden a manifestar en París.

En el mismo lugar en donde este rey fue guillotinado en 1793, la policía tuvo que dispersar el jueves y el viernes con cañones de agua, gases lacrimógenos y cargas a miles de personas que protestaban contra la reforma en una concentración espontánea.

“Desde los ‘chalecos amarillos’, el presidente cristaliza enormemente el rencor y el odio alrededor de su persona”, explica Anne Muxel, directora de investigación en la universidad Sciences Po.

Este presidente joven --45 años actualmente--, formado en la elitista Escuela Nacional de Administración (ENA) y exbanquero de negocios encarnó rápidamente la arrogancia y una imagen de autoritario a ojos de sus detractores.

Con información de EFE y AFP